

Resumen de la Guerra Civil
Sumario
1. Causas del alzamiento militar
2. Facciones
2.1. Bando republicano
2.2. Bando sublevado
3. Fases
3.1. Julio de 1936 – marzo de 1937
3.2. Marzo de 1937 – noviembre de 1937
3.3. Noviembre de 1937 – febrero de 1939
3.4. Febrero 1939 – abril 1939
4. Consecuencias de la guerra
4.1. Demográficas
4.2. Económicas
4.3. Políticas
4.4. Sociales
5. Bibiografía
Causas del alzamiento militar
17 de julio de 1936. En la ciudad de Melilla, dentro del protectorado español de Marruecos, el ejército de África se acababa de alzar contra la Segunda República. El alzamiento pronto se extendió por el resto del protectorado, y al día siguiente llegó a la península, triunfando en Navarra, Castilla y León, Sevilla, Córdoba, las islas Canarias y buena parte de Galicia y las islas Baleares. Pero al igual que triunfó en algunos sitios, también fracasó en zonas de suma importancia, como Madrid, Barcelona y Valencia, gracias a la rápida intervención de las fuerzas leales a la república y las recién armadas milicias. España se encontró dividida, y ninguno de los dos bandos se allanó. El golpe de estado había fracasado, pero acababa de comenzar la Guerra Civil. Pero, ¿cómo habíamos acabado en esta situación?
Desde sus comienzos, la Segunda República había sido un periodo conflictivo. Se proclamó el 14 de abril de 1931, tras las elecciones del día 12 de abril, en las que la coalición republicano-socialista consiguió la mayoría de los votos, y la abdicación de Alfonso XIII. Se elaboró una nueva constitución progresista, basada en la de la república de Weimar (Alemania), y comenzó una etapa conocida como el Bienio Reformista, en la que el gobierno comenzó varias reformas progresistas para modernizar España. De estas reformas destacaron:
-
Las reformas militares: se redujo el volumen de oficiales y se recortaron los excesivos gastos militares. Además, se deshicieron de algunos oficiales contrarios a la república.
-
Las reformas religiosas: se abolieron las subvenciones públicas a sacerdotes, se prohibió la enseñanza de órdenes religiosas y se introdujo el matrimonio civil y el divorcio.
-
Las reformas agrarias: Se aprobó en 1932 la Ley de Reforma Agraria de España, que consistía en la expropiación con indemnización de grandes fincas no productivas de las familias latifundistas, para finalmente entregárselas a jornaleros sin tierras.
-
Las reformas educativas: se promovió la educación laica.
-
Las reformas de ordenación territorial: en 1932 se aprobó el Estatuto de Autonomía de Cataluña, que le permitía tener un gobierno y un parlamento propios, y ejercer determinadas competencias, y en 1933 se hizo un referendum para aprobar un Estatuto de Atonomía del País Vasco, pero este no fue aprobado debido a la renuncia de Navarra a incorporarse al mismo y al escaso entusiasmo que despierta en Alava. Finalmente sería aprobado en 1936.
Estas reformas provocaron gran descontento en la población: los sectores más conservadores consideraban que eran excesivas, mientras que los sectores de izquierdas más radicales creían que eran demasiado pocas. El desorden social, las insurrecciones, como las del Alto Llobregat o las Casas Viejas, y el golpe de estado fallido del general Sanjurjo, el 10 de agosto de 1932, desgastaron el gobierno de Manuel Azaña, que acabría dimitiendo el 8 de octubre de 1933. Se convocaron nuevas elecciones, las primeras en las que participaron mujeres, y en las que ganaría la derecha.
Comenzó así el Bienio Radical-Cedista, conocido así porque la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas) cedería el gobierno a Lerroux, político de centro y líder del Partido Radical. Se desmantelaron las reformas llevadas a cabo por el gobierno anterior, lo que provocó el descontento de los sectores de izquierdas y varias revueltas. En 1934 se produjeron la Revolución de Asturias (del 5 al 19 de octubre), que fue una insurrección obrera, y la proclamación del Estado Catalán dentro de la «República Federal Española» por parte del presidente de la Generalidad de Cataluña, Lluís Companys. El gobierno acabó con la posición mediante el encarcelamiento de casi todos los dirigentes de izquierdas y la disolución de la Generalitat, pero una serie de escándalos de corrupción (como el escándalo del Estraperlo) y las disidencias entre Gil Robles (CEDA) y Lerroux (Partido Radical), llevaron al fin de esta legislatura y a convocar nuevas elecciones en febrero de 1936.
Es a partir del resultado de estas elecciones en febrero de 1936 que se comenzaría a gestar el golpe. Estas elecciones estuvieron muy reñidas, pero acabo ganándolas el Frente Popular, que era una coalición de partidos de izquierdas, aunque que se llegó a sospechar que el Frente Popular había amañado los resultados. Se retomaron las reformas liberales que se habían paralizado con el gobierno anterior, cosa que desagradó a los sectores más conservadores de la sociedad.
Por si fuera poco, las visiones políticas se fueron radicalizando. Los movimientos radicales de izquierdas, que creían que los cambios eran pocos y lentos, no supieron contenerse, y se volvieron a producir huelgas, manifestaciones, quema de conventos y de iglesias, etc. Además, ya había partidos políticos que pedían sin tapujos la dictadura del proletariado, como el PCE (Partido Comunista Español), que empezó a crecer como la espuma. Por otro lado, había mucha gente que, descontenta con el Frente Popular, comenzó a unirse a movimientos de extrema derecha, como Falange Española. Este partido fue fundado por José Antonio Primo de Rivera, hijo del exdictador Miguel Primo de Rivera, el 29 de octubre de 1933. De inspiración fascista, tuvo unos resultados muy pobres en las elecciones del 36, pero comenzó a crecer exponencialmente. El caos se apoderó de España, mientras los enfrentamientos entre ambos bandos y asesinatos de unos y otros se sucedieron.
En esta situación de desorden se empezó a orquestar el golpe en la sombra. El general Emilio Mola había comenzado a planear, junto con otros generales, un alzamiento militar para derrocar al Frente Popular y poner como jefe del gobierno al general Sanjurjo, que cuatro años antes había intentado un golpe de estado, conocido como “la Sanjurjada”, y que estaba exiliado en Portugal. La república, que empezó a sospechar del ejercito, comenzó a dispersar a los generales “sospechosos”, y a alejarlos de la capital. Por ejemplo, Franco fue enviado Sta. Cruz de Tenerife, Mola a Pamplona y Goded a Baleares. Pero todo estaba planeado. Solo hacía falta un detonante. Y ese detonante llegó.
El 12 de julio de 1936 cuatro tiradores de extrema derecha asesinaron al teniente de la fuerza de asalto republicana José del Castillo. Este teniente, militante socialista, había sido acusado de desobedecer órdenes al no disparar a los insurgentes en Asturias en la insurrección de 1934. Sus compañeros, algunos policías y ex-escoltas de Manuel Azaña, querían venganza, y fueron al día siguiente a buscar a algún cabecilla falangista para matarle, pero no encontraron a ninguno. Después fueron a buscar a Gil Robles, pero este se encontraba de veraneo en Biarritz. Cuando pasaron por la calle Velázquez, alguien propuso ir a por José Calvo Sotelo, político monárquico que vivía en esa calle. A él sí que lo encontraron. Su asesinato, al ser una gran figura de la derecha moderada, provocó una gran conmoción en los sectores conservadores de la sociedad, además de un sentimiento de rechazo hacía el Frente Popular. Generales que hasta entonces estaban indecisos, como Francisco Franco, acabaron por unirse al golpe, que se adelantó del 20 al 18 de julio.
El plan de Mola era sencillo. Tras la insurrección inicial, Mola reuniría el ejército del norte en Pamplona y bajaría hasta Madrid y tomaría la capital, mientras que Franco se haría al mando del ejército de África y, tras pasar a la península con la ayuda de la flota, tomaría el control del sur. Mola insistió mucho en la necesidad de coordinarse en el alzamiento, y en que se debía hacer con la máxima rapidez y violencia posibles. Esperaban que el golpe terminase con éxito en tan solo un par de días.
Pero por azares del destino, el plan se descubrió antes de tiempo, y tuvo que comenzar un día antes de lo previsto. La falta de coordinación en los alzamientos, sumado a las causas mencionadas en el primer párrafo, supusieron el fracaso del golpe rápido que ellos deseaban.

Fotografía del general sublevado Queipo de Llano (segundo a la izquierda) pasando revista a sus tropas, en Sevilla, en julio de 1937.



A la izquierda, una fotografía de José Antonio Primo de Rivera. A la derecha, de izquierda a derecha, los símbolos del PCE (Partido Comunista Español) y de Falange Española.



Aquí tenemos las fotografías de algunos de los militares implicados en el levantamiento militar. De izquierda a derecha, tenemos a Emilio Mola, Manuel Goded, Francisco Franco y José Sanjurjo.


A la izquierda, una fotografía de José del Castillo. En el medio, una fotografía de José Calvo Sotelo. A la derecha, podemos ver el cadáver de Sotelo, antes de que se le practicase la autopsia (foto realizada en Madrid, el 14 de julio de 1936).

Posiblemente esta sea la imagen más icónica de la Revolución de Asturias, aunque curiosamente no se tomó allí. En ella se muestra a una columna de Guardias Civiles llevándose a varios mineros prisioneros, en Brañosera (Palencia), el 8 de octubre de 1934.



A la izquierda, una fotografía de varios cadáveres amontonados de insurrectos anarquistas en Casas Viejas, Cádiz, horas después de la insurrección conocida como los "sucesos de Casas Viejas" (10/1/1933 -- 12/1/1933). A la derecha, varias fotografías de varios políticos republicanos. De izquierda a derecha, tenemos a Manuel Azaña, Alejandro Lerroux y José María Gil Robles (de los dos últimos hablaremos más adelante).



Facciones
Bando republicano:
Compuesto por los sectores fieles al gobierno constitucional, estaban encabezados por el Frente Popular, una coalición de partidos republicanos y de izquierdas (desde los más moderados como el PSOE (Partido Socialista Obrero Español) hasta los más radicales como el PCE (Partido Comunista Español) o el POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista)) que ganó las elecciones de 1936. Recibieron el apoyo de los sindicatos anarquistas, la CNT (Confederación Nacional del Trabajo), la UGT (Unión General de Trabajadores), las clases obreras rurales y urbanas, los movimientos autonómicos, parte de la clase media, los movimientos estudiantiles y los intelectuales de la época. Aunque también hubo mucha gente de ideología conservadora que se mantuvo leal al gobierno constitucional, estos tuvieron que huir rápidamente de las zonas republicanas debido a la represión.
Cuando ocurrió el golpe, se mantuvo leal a la república el 60% del ejército, incluyendo la mayor parte de la aviación y de la flota (la cual estableció su base en Cartagena, pero no tuvo un papel relevante en el conflicto). La gran mayoría de los militares republicanos carecían experiencia real en combate, y además pronto fueron mezclados con las milicias, fuerzas de voluntarios poco disciplinadas y peor preparadas que conformarían la mayor parte del ejército republicano. Esto hizo que la Segunda República fuese muy ineficiente en el campo de batalla.
En lo que respecta a apoyos internacionales, la Segunda República fue dada la espalda por las democracias occidentales (sobre todo Reino Unido), que temían que su intervención pudiese provocar otro conflicto de la escala de la Primera Guerra Mundial, y que preferían mucho antes una España fascista a una comunista. Esto obligó al gobierno republicano a pedir ayuda a la Unión Soviética, que proporcionó aviones, carros de combate, armamento y asesores militares a cambio de la reserva de oro de España. También cabe destacar la aportación de México, que vendió armas y munición a la Segunda República hasta el final de la guerra, y la del partido comunista francés, que proporcionó aviones (comerciales, no militares) a los republicanos.
Por último, tenemos a las famosas brigadas internacionales, formadas por unos 60.000 voluntarios de más de 50 países (Francia, Inglaterra, Estados Unidos, Irlanda, etc.), que participaron en la guerra de octubre de 1936 a octubre de 1938. Participaron en algunas de las batallas más importantes de la guerra, como la batalla de Brunete, la de Belchite o la del Ebro, aunque muchos historiadores coinciden en que su principal aportación a la guerra fue subir la moral de combatientes y civiles.
El bando republicano fue un grupo muy heterogéneo, formados por grupos con intereses contrarios (unos querían ganar la guerra, otros iniciar la revolución…). Esto llevo a gran cantidad de disputas y enfrentamientos internos, que en parte condenaron a la Segunda República.
Bando sublevado:
El autodenominado “bando nacional”, estaba dirigido por la Junta de Defensa Nacional, que fue el organismo creado por los altos cargos de este bando el 25 de julio de 1936, tras el fracaso del golpe de estado. Originalmente se propuso como líder al general Sanjurjo, pero su prematura muerte les obligó a buscar a otro general para ocupar su lugar. Acabarían escogiendo a Franco, debido a su popularidad tras liberar a las fuerzas sublevadas del Alcázar. Esta facción se componía de los movimientos políticos conservadores, como la Falange Española, la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), los Carlistas y los monárquicos, entre otros, y contaron con el apoyo de la Iglesia Católica, terratenientes agrarios, pequeños propietarios agrícolas, las élites industriales y financieras y parte de la clase media.
Cuando se produjo el golpe de estado, solo el 40% del ejército se alzó en el levantamiento, sin poder contar con la flota o la aviación. Sin embargo, los nacionales contaban con la ventaja de tener de su parte al ejército de África. Compuesto por los legionarios y los regulares, eran las mejores tropas del ejército español, pues eran las que realmente tenían experiencia en combate. Esto también incluía al cuerpo de oficiales, que estaba mejor preparado por su experiencia en África.
En lo que respecta a apoyos internacionales, los sublevados contaron con la ayuda de la Italia fascista, que enviaron el Corpo Truppe Volontarie (una fuerza motorizada de unos 50000 hombres que sirvieron desde diciembre de 1936 hasta el final de la guerra) y del III Reich, que mandó a la Legión Condor (una fuerza de 16.000 efectivos y unos 600 aviones dirigido por el coronel Wilhelm von Thoma que sirvieron de noviembre de 1936 hasta el final de la guerra). También recibieron el apoyo de compañías americanas, como la petrolífera TEXACO, que proporcionó petróleo, o Ford, que les envió camiones, ya que les interesaba acabar con la expansión del comunismo.
El bando sublevado se caracterizó por ser mucho más homogéneo que el republicano, sobre todo tras el Decreto de Unificación de 1937 (que trataremos más adelante). Tenían un objetivo común (ganar la guerra), y estuvieron mucho mejor coordinados y más unidos que los republicanos.


A la izquierda, la bandera de la Segunda República. En medio, la bandera de las Brigadas Internacionales. A la derecha, una fotografía de milicianos socialistas y comunistas, juntos con los políticos republicanos Largo Caballero (el hombre trajeado y con sombrero de en medio) e Indalecio Prieto (el hombre con gafas de sol y un puro detrás de Largo Caballero).



A la izquierda, la bandera del bando sublevado durante la Guerra Civil. En medio, la bandera de España durante la dictadura. A la derecha, una fotografía de las tropas nacionales Reinosa (Cantabria), en agosto de 1937, preparándose para la toma de Santander.

Fases
Julio de 1936 – marzo de 1937
Como ya hemos mencionado antes, la guerra comenzó el 17 julio de 1936, cuando el ejército de África se alzó contra la Segunda República en la ciudad de Melilla. Esta insurrección rápidamente se extiendó a Ceuta y Tetuán, y al día siguiente llegó a la península, con el levantamiento de Queipo de Llano en Sevilla, mientras que Franco llegaba al protectorado español de Marruecos en el avión Dragón Rapide. La noticia de la insurrección llegó al parlamento, donde se produjo un gran revuelo. El presidente Casares Quiroga, no se había tomado en serio la amenaza de un levantamiento hasta ahora, llegando incluso a bromear sobre el tema, diciendo “si el ejército se levanta, yo me voy a dormir”. Los sindicatos pidieron que se repartiesen armas entre la población para frenar a los sublevados, pero el gobierno se negó. Pese a la prohibición, algunos grupos consiguieron armas, gracias a la ayuda de militares republicanos, como el capitán retirado Urbano Orad de la Torre. A lo largo del 18, 19 y 20 de julio se siguieron sucediendo las sublevaciones. Se unieron al levantamiento Granada, Córdoba, Navarra, Oviedo, Zaragoza, el archipiélago canario y gran parte de Castilla y León, Galicia y Baleares.
Casares Quiroga, al ver la gravedad de la situación dimitió al anochecer del 18 de julio, y le sustituyó el político moderado Diego Martínez Barrio. Este trató de negociar la paz con los golpistas, pero no consiguió llegar a ningún acuerdo, y a las doce horas también acabó dimitiendo. Sería sustituido por José Giral al día siguiente, que tomaría tres decisiones clave: armar al pueblo, pedir ayuda militar a Francia y disolver el ejército, ya que no podía seguir confiando en su lealtad. El armamento de las milicias, que ya se había producido en algunas zonas, junto a las fuerzas del orden y militares que se mantuvieron leales a la república, evitaron el triunfo de los golpistas en gran parte de Aragón y Asturias, Cantabria, el País Vasco, la zona del Levante, Cataluña y Madrid. El 20 de julio, en Barcelona, entre la Generalitat, sindicatos anarquistas, la guardia civil y las fuerzas de asalto se consiguió parar el pronunciamiento y arrestaron al comandante general de Baleares Manuel Goded, que era el encargado de tomar la jefatura de Barcelona y que sería fusilado el 12 de agosto, mientras que en Madrid milicianos recién armados acorralaron a los golpistas en el cuartel de la montaña, que fue tomado a mediodía.
El 20 de julio, Sanjurjo, que al oír la noticia del pronunciamiento decidió volver a España para unirse al golpe, murió en un accidente aéreo en Portugal. Los sublevados acababan de perder al hombre destinado a liderar el alzamiento. Para controlar la situación, se fundó el 25 de julio la Junta de Defensa Nacional, dirigida por altos mandos golpistas y con su sede en Burgos, que se encargaría de tomar las decisiones militares y gobernar la España bajo su control.
Entretanto, el general Emilio Mola, que se había alzado con éxito en Pamplona, reunió al ejército del norte en la ciudad y avanzó hacia Madrid para tomarla, pero es repelido en la sierra de Guadarrama, y se acaba estabilizando el frente. También trata de avanzar por Aragón, pero su avance es detenido por las milicias catalanas y aragonesas, llenas de entusiasmo, pero con una pobre preparación y organización, y que más que por ganar la guerra luchan por la revolución.
España quedó dividida en 2 zonas. La vía rápida de Mola había fracasado, pero la república también falló en su intento de parar el golpe. La Segunda República conservaba casi dos tercios del territorio, pero los sublevados contaban con un mejor ejército. Ambos bandos aceptaron la cruda realidad. El levantamiento se había convertido en una guerra civil. Comenzó la llamada guerra de columnas, que consistió en tratar de avanzar lo más rápido posible con pequeñas unidades para terminar cuanto antes con la guerra. Los sublevados aún seguirían intentando ejecutar su plan, mientras que los republicanos se defendían como podían.
La comunidad internacional estaba en vilo, sobre todo las democracias europeas. El recuerdo de la Primera Guerra Mundial es todavía muy reciente, y no querían arriesgarse a estallar una segunda. Además, temían el surgimiento de una España comunista al mando de Stalin. Para evitar todo esto, el 8 de agosto de 1936, 27 países, incluyendo Reino Unido, Francia, Italia, Alemania y la Unión Soviética, firmaron el Pacto de No Intervención, en el que acordaron no apoyar a ningún bando y realizar un bloqueo de suministros a España. Este pacto muchos historiadores lo consideran la sentencia de muerte de la Segunda República. Alemania, Italia, y más tarde la URSS, se saltarían sistemáticamente este tratado.
Franco, que debido a la lealtad hacia la Segunda República de la aviación y la flota se ve atrapado en Marruecos, pidió ayuda a las fuerzas del Eje. Hitler y Mussolini decidieron ayudar, y las tropas de Marruecos fueron transportadas a la Península Ibérica mediante un puente aéreo. Sin la ayuda de las fuerzas del Eje, el golpe muy probablemente habría quedado frustrado. Las tropas de África llegaron a Algeciras el 5 de agosto, y se asentaron en Jerez de la Frontera y Sevilla. Al llegar a la península Franco asumió el mando del ejército del sur, estableciendo su cuartel general en Sevilla.
Desde allí, varias columnas de las tropas de Marruecos, al mando del coronel de la legión Juan Yagüe y el general Francisco Franco, avanzó por Extremadura, vital para conectar los territorios sublevados. El ejército profesional de África no encontró casi resistencia, pues los milicianos republicanos, sindicalistas y campesinos mal armados, huían a los primeros disparos. Yagüe tomó Mérida el 10 de agosto, y Badajoz cuatro días más tarde, donde se juntarían con las tropas de Mola. Siguieron su avance, en dirección hacia Madrid, y tras su éxito en la batalla de Sierra Guadalupe (17/8/1936 – 28/8/1936), los nacionales tenían la ciudad a su alcance, pero, de forma inesperada, Franco decidió dirigirse a Toledo, donde las fuerzas sublevadas del coronel Moscardó estaban resistiendo en el Alcázar. Tomaron la ciudad 28 de septiembre, y gracias a la liberación de las fuerzas del Alcázar Franco se convirtió en un héroe del bando nacional. Fue nombrado el 1 de octubre jefe del estado y generalísimo de los ejércitos por la Junta de Defensa Nacional. Otros avances importantes de los sublevados serían en la campaña de Guipúzcoa, que es tomada por Mola en octubre, y Andalucía Occidental, donde sólo aguantaría la ciudad de Málaga.
Mientras ocurría todo esto, el gobierno de Giral cayó, incapaz de resistir la presión de sindicatos y milicias. Fue sustituido por el socialista radical Largo Caballero el 4 de septiembre de 1936. El primer objetivo del nuevo presidente fue poner orden en las tropas. Para ello formó el Ejército Popular, un conjunto de brigadas mixtas de militares leales y milicianos bajo mandos profesionales, para intentar arreglar la situación. Además, ese mismo mes comenzó el reclutamiento forzoso. La falta de voluntarios para participar en la guerra obligó a ambos bandos a abrir las cajas de reclutamiento, siendo los primeros en hacerlo los sublevados en agosto. A partir de entonces se enfrentarían ejércitos engrosados por soldados de quintas, muchos de ellos ajenos a la lucha ideológica. La lealtad geográfica sería la mayoritaria en ambos ejércitos durante la guerra.
Tras el nombramiento de Francisco Franco y tras haberse organizado el nuevo estado de la zona sublevada, los golpistas centraron su atención en Madrid, pues sabían que, si conseguían tomarla, ganarían la guerra. El gobierno republicano, al verse amenazado, movió su sede a Valencia. Afortunadamente para ellos, el desvío de Franco en Toledo y su nombramiento dio tiempo suficiente a los republicanos para organizar las defensas de la ciudad, bajo el mando del general Miaja. Además, en octubre empezaron a llegar los brigadistas internacionales y las primeras tandas de aviones y armamento soviéticos.
El asalto a Madrid, que fue planeado por el general Varela, comenzó el 8 de noviembre. Durante 10 días se luchó sin descanso en los barrios del norte y oeste de Madrid, sobre todo por la Casa de Campo y la Ciudad Universitaria. Finalmente, Franco, harto de perder hombres y armamento sin resultados, mandó el cese de los ataques por tierra. Por primera vez en la guerra, el ejército de África fue detenido.
Tras el fracaso del asalto inicial, Franco decidió asediar la ciudad. Durante este asedio realizarían varias ofensivas para tratar de cortar las comunicaciones de Madrid: la batalla de la niebla (14/12/1936 – 23/12/1936), en torno a Villanueva de la Cañada y Boadilla del Monte, la batalla del Jarama (6/2/1937 – 23/2/1937), con intención de cortar las comunicaciones de la capital con Valencia, y la batalla de Guadalajara (8/3/1937 – 21/3/1937), con intención de atacar Madrid por el norte, pero todas fracasaron. La última, que fue realizada por el Corpo Truppe Volontarie, fue una de las pocas victorias que tuvo la Segunda República.
Pero la república no consiguió parar a los sublevados en todos los frentes. La ciudad de Málaga, que contaba con defensas muy pobres, fue tomada por falangistas e italianos el 7 de febrero de 1937. Los partidarios del alzamiento los recibieron con entusiasmo, mientras que, por la carretera de Motril, miles de personas aterrorizadas trataban de llegar a Almería, mientras eran bombardeados y ametrallados. Esta masacre, conocida popularmente como la Desbandada, se prolongó hasta el 14 de febrero, y la carretera se cubrió de cadáveres. Esta derrota demostró a la Segunda República la ineficiencia de las milicias, y la necesidad de contar con un ejército organizado. También fue usado por los comunistas para criticar a Largo Caballero, al que creían incapaz de ganar la guerra.

Fotografía de la llegada del general Francisco Franco (el hombre que se encuentra detrás del legionario en el centro de la foto, a la izquierda) a Ceuta, el 19 de julio de 1936.




A la izquierda, fotografías de varios políticos republicanos (de izquierda a derecha, Santiago Casares Quiroga, Indalecio Prieto y José Giral). A la derecha, una fotografía de civiles armados y carabineros en la calle Ample, Barcelona, el 19 de julio de 1936.


Aquí tenemos varias fotografías de los milicanos luchando contra las fuerzas del general Mola. A la izquierda, varios milicianos y y una miliciana parapetados en la sierra de Guadarrama, en julio de 1936, y a la derecha, cuatro milicianos en el frente de Aragón, el 30 de agosto de 1936.

Fotografía de Leon Blum, político socialista francés (el de la izquierda), y Anthony Eden, político conservador britanico (el de la derecha), en Ginebra, en agosto de 1936. Representaron a sus respectivos países en el Comité de No Intervención.


A la izquierda, una fotografía de soldados sublevados posando tras la toma de Mérida, el 11 de agosto de 1936. A la derecha, una fotografía del general Francisco Franco (primero a la derecha) y el coronel José Moscardó, tras la liberación del Alcázar de Toledo, el 28 de septiembre de 1936.

Fotografía de las tropas sublevadas avanzando por Carabanchel, durante la batalla de Madrid. Fue tomada el 8 de noviembre de 1936.

Fotografía de un grupo de regulares esperando para ser transportados a la península, mientras que otro grupo de soldados sublevados sube a uno de los Junker 52 facilitados por Hitler.

Fotografía de los soldados de la XI Brigada Internacional desfilaban por la Gran Vía momentos antes de ocupar sus posiciones en el frente. Fue tomada el 8 de noviembre de 1936.

Fotografía de soldados italianos en la N-2, totalmente colapsada de vehículos, durante la batalla de Guadalajara.


A la izquierda, una fotografía de varios refugiados de Málaga huyendo de la ciudad por la carretera Málaga-Almería. A la derecha, una fotografía del crucero ligero Almirante Cervera, uno de los tres buques que cañonearon desde la costa a los milicianos y civiles que abandonaban la ciudad de Málaga.
Marzo 1937 – noviembre 1937:
Franco, al ver que no podía tomar Madrid, cambió de objetivo, y dirigió su mirada al norte. Los republicanos aún tenían allí una amplia franja de territorio, desde Vizcaya hasta Asturias, que estaba aislada del resto del territorio republicano y que tenía una importante zona industrial. El 31 de marzo de 1937 se dió la orden de comenzar el ataque al norte, y 30000 soldados, contando con apoyo aéreo y artillero, cruzaron el río Deva. Los milicianos vascos, más conocidos como gudaris, trataron de resistir, pero sin artillería ni apoyo aéreo poco podían hacer. Y es que en el avance nacional por el norte tuvieron un papel muy importante la aviación italiana y alemana. Estos acabaron con los focos de resistencia de los republicanos y minaron la moral de la población civil con bombardeos a pueblos y ciudades. Es particularmente afamado el bombardeo de Guernica, el 26 de abril de 1937, por el cuadro que pintó Picasso para conseguir el apoyo internacional que la república tanto necesitaba. La lucha por Vizcaya fue sangrienta, con batallas como la de Las Intorchas, Peña Usala o el Bizkargui, pero el avance nacional era imparable.
ç
Otra gran ventaja que consiguieron los nacionales fue la unidad política. Franco, que tras la muerte de Primo de Rivera, el 20 de noviembre de 1936, era líder de Falange, hizo que se uniesen con los Carlistas en el Decreto de Unificación el 20 de abril, creando un partido único y acabando con las pocas disidencias que había entre los sublevados. Además, el 1 de julio el Episcopado español firmó una Pastoral Colectiva en la que se alineaban con la causa nacional.
Mientras tanto, la república seguía con sus problemas de organización y unidad. Pese a enfrentarse a un enemigo común, los republicanos tenían objetivos distintos, a diferencia de los nacionales, cuyos partidos se acababan de unificar. Las diferencias ideológicas entre los diferentes grupos ideológicos y partidos republicanos provocaban frecuentes disputas entre ellos, e incluso enfrentamientos violentos. El ejemplo más claro de esto fueron las Jornadas de mayo de 1937. Entre el 3 y 7 de mayo de 1937 las calles de Barcelona se tiñeron de sangre por los enfrentamientos entre los sindicatos anarquistas y marxistas y el gobierno, apoyado por los comunistas y socialistas. Esta crisis supuso el fin del gobierno de Largo Caballero, que dimitió el 17 de mayo.
Sería sustituido por Juan Negrín, un socialista moderado, con el apoyo del PSOE y el PCE. Renovó el Gabinete, y comenzó de inmediato reformas de gran calado, encaminadas a reconducir la situación civil y, sobre todo, la militar. Negrín sabía que, si quería ganar la guerra, el Frente Popular tenía que tomar la iniciativa. Para ello, debía poner fin al conglomerado de milicias y convertirlas en un ejército, con una cadena de mando bien estructurada y tropas disciplinadas. La persona que eligió para encabezar esta transformación militar fue el comandante Vicente Rojo, que comenzó a diseñar unas unidades regulares organizadas de tal forma que fuesen capaces de pasar a la ofensiva. Negrín y Prieto, ministro de defensa, aceptaron su plan. En el espacio de dos meses consiguió organizar y preparar el ejército, mediante ejercicios de instrucción a marchas forzadas y la reagrupación de los milicianos en unidades, brigadas y divisiones. También comenzó a diseñar el escenario de las primeras operaciones ofensivas. La creación de un auténtico ejército recibió el aplauso de los medios republicanos, que lo anunciaron como un acontecimiento mayor.
Entretanto en el norte la situación se volvía cada vez más desesperada. A principios de junio los sublevados llegaron a las puertas de Bilbao, la cual estaba defendida una imponente línea de fortificaciones de cemento, denominada por los nacionales el Cinturón de Hierro, que abarcaba unos 80 km. Negrín estaba cada vez más necesitado de una victoria que le ayudase a tomar la iniciativa, y Vicente Rojo creía tener la solución. Propuso que se realizarán ofensivas en otras zonas de España para así obligar a los nacionales a retirar tropas del norte. Comenzaron con dos asaltos a pequeña escala para probar la capacidad del nuevo Ejercito Popular. La primera fue el intento de tomar La Granja y Segovia (30/5/1937—4/6/1937), y la segunda fue el intento de tomar Huesca (12/6/1937—19/6/1937). Fueron fracasos absolutos, pero los generales republicanos se mostraron optimistas, y nos les dieron gran importancia. Estas ofensivas se cobraron a una víctima inesperada. El general Mola, que fue a supervisar la defensa de Segovia y La Granja, murió en un accidente aéreo el 3 de junio.
La situación en el norte siguió empeorando. Por orden del general Dávila, se inició un bombardeo aéreo y artillero de Bilbao y sus defensas el 11 de junio, y al día siguiente se produjo una ruptura en el 4º y 5º sector de las fortificaciones. Los gudaris se defendieron como pudieron, pero finalmente 19 de junio las tropas sublevadas entraron en la ciudad, mientras que el grueso del ejército vasco huía hacia Santander. A finales de este mes, los nacionales habían terminado de tomar las últimas posiciones vascas, y avanzaban hacia la capital cántabra.
El gobierno republicano, dispuesto a tomar la iniciativa, comenzó a planificar las primeras grandes ofensivas para aliviar el frente norte y demostrar que podían pasar a la ofensiva. La primera de estas ofensivas fue la batalla de Brunete (5/7/1937—25/7/1937), cuyo objetivo era liberar el frente de Madrid y rodear a sus sitiadores, pero se quedaron estancados antes de alcanzar su objetivo, y al final los refuerzos sublevados liderados por el general Varela los hicieron retroceder casi a su posición inicial. Después vino la batalla de Belchite (24/8/1937—8/9/1937) en la que el mando republicano intentó conquistar Zaragoza. Terminó con victoria de las tropas nacionales del general Ponte y la destrucción total de Belchite. El Ejército Popular acabó demostrando su incapacidad para la ofensiva.
A finales de octubre de 1937 toda la franja norte quedó en manos del ejército rebelde. El 24 de agosto los mandatarios del PNV se rinden en el Pacto de Santoña, y el 21 de octubre caen las ciudades de Gijón y Avilés, los últimos focos de resistencia republicana. Este fue un duro golpe para la Segunda República.


A la izquierda, una fotografía de las ruinas del pueblo de Gernica tras los bombardeos del 26 de abril. A la derecha, una fotografía de la obra Guernica, pintado por Pablo Ruíz Picasso.



A la izquierda, una fotografía de unos milicianos anarquistas de la CNT disparando tras una trinchera durante las Jornadas de mayo de 1937. A la derecha, dos fotografías de dos políticos republicanos (de izquierda a derecha, Francisco Largo Caballero y Juan Negrín, del que hablaremos más adelante).
Arriba, una fotografía de Vicente Rojo (el primero a la derecha), hablando con otro oficial republicano. A la derecha, una fotografía de la 21ª Brigada Mixta desfilando por la calle Torrijos, Madrid, en mayo de 1937.


A la izquierda, una fotografía de una de las fortificaciones del Cinturón de Hierro. A la derecha, una fotografía de tres soldados republicanos durante la ofensiva de Segovia.

Fotografía de las tropas sublevadas entrando en Bilbao, tomada el 19 de julio de 1937.




A la izquierda, una fotografía de dos soldados republicanos descansando sobre un muro durante la batalla de Brunete. Se pueden observar en ese muro varias pintadas del ejército sublevado. A la derecha, varios soldados republicanos luchando en la batalla de Belchite.
Noviembre 1937 – febrero 1939:
Gracias a su éxito en la ofensiva del Norte, los nacionales se hicieron con la mayor parte de las fábricas de armamento y la industria pesada, por lo que contaban con más recursos que los republicanos. Además, consiguieron aumentaron sus filas con la inscripción forzosa de los soldados republicanos capturados. En diciembre, tras organizar una importante masa de maniobra en Soria y el bajo Aragón, Franco se preparaba para volver a intentar tomar Madrid.
Mientras esto sucedía, el gobierno republicano volvió a trasladarse, esta vez a Barcelona. Negrín, aún optimista, seguía empeñado en conseguir la unidad entre los republicanos, y trató de controlar la política de guerra de Cataluña quitando poderes al gobierno autónomo. Sabía que los sublevados planeaban atacar Madrid por la vía de Zaragoza, y buscaba la forma de evitarlo.
Vicente Rojo planeó entonces una ofensiva para obligar a los nacionales a desviarse de su objetivo. Se eligió como objetivo Teruel, que quedaba como un apéndice del territorio sublevado, penetrando varios kilómetros en el republicano. La ofensiva comenzó el 15 de diciembre de 1937, mandando 40000 de sus mejores tropas y el poco armamento pesado que les queda. Consiguieron tomar la ciudad el 7 de enero de 1938, lo que provocó gran exaltación entre los republicanos. Pero Franco, obstinado en no permitir ningún triunfo al enemigo, volvió a renunciar a la toma de Madrid, y mandó refuerzos para retomar Teruel. Ese invierno fue particularmente crudo, lo que dificultó la contraofensiva, pero los nacionales no dieron tregua, y el 22 de febrero la ciudad volvía a estar en su control. La moral de la república, al ver su éxito desvanecerse en menos de dos meses, se desplomó.
Tras la toma de Teruel, en vez de dirigirse a Madrid, Franco decidió aprovechar su ventaja local para conquistar el resto de Aragón. El 7 de marzo los sublevados rompieron el frente de Belchite, y en mes y medio arrasaron con las defensas enemigas, en parte gracias a la aviación alemana. Los soldados republicanos, que contaban con pocas armas y munición, no pudieron frenarlos. A finales de marzo llegaron a Cataluña, y Lérida, tras una semana de dura resistencia republicana, fue tomada por el general Ortiz el 3 de abril. Pero el verdadero mazazo para la Segunda República vino el 15 de abril de 1938, cuando las tropas nacionales llegaron al Mediterráneo por las playas de Vinaroz, separando en dos el territorio republicano y aislando Cataluña.
La España de los sublevados estaba en alza. Nadie discutía el liderazgo a Franco, que había comenzado a legislar, y su gobierno ya contaba con el apoyo y reconocimiento de las potencias fascistas europeas. Para muchos republicanos la guerra ya estaba perdida, y empezaron a plantearse hacer un armisticio. Pero Negrín y los comunistas se negaron, proclamando “Resistir, es vencer”. La esperanza de Negrín era que estallase la ya evidente Segunda Guerra Mundial, para que así las fuerzas del Eje se viesen obligadas a retirar tropas y armamento y pudiesen recibir apoyo de las democracias europeas. Pero Hitler, por esas fechas, acaba de anexionar Austria, y Francia y Reino Unido no habían movido un dedo.
Pese a tener a Barcelona, y por tanto al gobierno republicano, al alcance de la mano, Franco volvió a sorprender a todos y preparó sus ejércitos para conquistar Valencia. Era la tercera vez en la guerra que se desviaba del objetivo principal. A diferencia del general Mola, no buscaba una victoria rápida, sino una lenta en la que pudiese aplastar todo foco de resistencia. Pero Mussolini estaba furioso, recriminando a Franco que estaba dejado escapar la oportunidad de acabar la guerra. El Duche ya había ordenado bombardeos sobre la ciudad para facilitar la conquista, en los que murieron 1000 personas, y otras 2000 acabaron heridas. En el territorio republicano, sobre todo Cataluña, se estaban gastando los últimos recursos económicos, y comenzó el racionamiento.
El 23 de abril de 1938, Franco comenzaría su ataque por Levante, avanzando por Castellón. Creyó que sería una victoria fácil sobre un enemigo desmoralizado, pero se equivocó. Tras cinco días de combates, sus soldados quedaron detenidos a 50 km de Castellón, donde se quedaron encallados durante mes y medio. Esto sería aprovechado por los republicanos para reforzar las defensas. Pero estas defensas acabarían siendo arrasadas en una segunda embestida, y el 14 de junio los nacionales finalmente entraban en la ciudad. Siguieron avanzando hacia Valencia, pero las defensas republicanas volvieron a parar su avance. Esta vez los detuvieron en Sagunto, donde el Ejército Popular conseguiría una de sus pocas victorias, gracias a la línea defensiva xyz, que se extendía por más de 100 km, desde la sierra de Javalambre (Aragón) hasta la costa.
Negrín, que quería demostrar que la república aún podía luchar, decidió pasar a la ofensiva. Reuniendo un ejército 100000 soldados y todo el material bélico que les quedaba, Vicente Rojo y los generales republicanos comenzaron a preparar una ofensiva desesperada para parar el avance de Franco por el Levante y, a ser posible, volver a conectar los territorios republicanos. La noche de San Jaime (25 de julio) de 1938, tras bombardear las posiciones enemigas, los republicanos, dirigidos por el general Modesto, cruzaron el río Ebro en doce puntos, entre Mequinenza y Amposta. Acababa de comenzar la batalla del Ebro, la más larga y sangrienta de toda la guerra. Al comienzo los republicanos consiguieron grandes avances, llegando hasta Gandesa y la sierra de La Fatarella, pero a partir de agosto, con la llegada de los refuerzos de Franco, el frente se encrudeció, y la batalla se volvió una carnicería. Al final, debido a la superioridad militar de los nacionales y la retirada de las Brigadas Internacionales en octubre de 1938 por el pacto de Múnich, el Ejército del Ebro se vio obligado a retirarse el 16 de noviembre. Se estima que las bajas superaron los 50000 soldados en cada bando.
La Segunda República había perdido su única baza, y Franco lo sabía. Días después de la batalla reunió un contingente de tropas para conquistar Cataluña. La operación comenzaría en vísperas de nochebuena de 1938. El 15 de enero entraron en Tarragona, y desde allí todas las ciudades y pueblos catalanes se fueron rindiendo. Se comenzó una movilización general para defender Barcelona, y mientras Negrín seguía intentando conseguir el apoyo internacional que tanto necesitaba, pero todo fue en vano. El general Yagüe entró en Barcelona el 26 de enero de 1939.

Fotografía de Juan Negrín (el hombre de la chaqueta blanca), Manuel Azaña (a la derecha de Negrín) y el general José Miaja (a la derecha de Azaña) visitando el frente del centro en noviembre de 1937.

Fotografía de las fuerzas republicanas de la 40ª División de Carabineros entran en Teruel, a finales de diciembre de 1937.


A la izquierda, una fotografía de los edificios destruidos del barrio del Canyeret, Lerida, tras los bombardeos que hubo durante la batalla por la ciudad. A la derecha, una fotografía de varios soldados de la IV División de Navarra en las playas de Vinaroz, el 15 de abril de 1937.

Fotografía de Franco en una visita a Vinaroz, al norte de la Comunidad Valenciana, en mayo de 1938.
.jpg)
Fotografía de Barcelona desde el aire, durante los bombardeos ordenados por Mussolini entre el 16 y 18 de marzo de 1938.

Fotografía de los momentos previos a la salida de la banda de música de la guarnición del ejército republicano en Castellón con el uniforme de instrucción desde la Plaza Clavé, después del primer bombardeo por parte de la marina de guerra ‘facciosa’ el 23 de marzo de 1937.


A la izquierda, una fotografia de soldados del ejército republicano cruzando el río Ebro, a comienzos de la batalla del Ebro, a finales de julio de 1938. A la derecha, una fotografía de la despedida de los brigadistas internacionales en Barcelona, el 28 de octubre de 1938.
Fotografía del escuadrón de caballería de Franco en la Gran Vía de Barcelona, tras la toma de la ciudad, a finales de enero de 1939.

Febrero 1939 – abril 1939:
Tras la caída de Barcelona, la resistencia republicana se mantuvo en la zona del centro y del sureste. Muchos huyeron a Francia a través de los Pirineos, incluido el gobierno republicano, dando la guerra por perdida, pero Negrín seguía teniendo esperanzas de que estallase un conflicto internacional que les salvase. Viajó en barco a Valencia para tratar de diseñar un plan de resistencia.
Pero el gobierno de Franco fue reconocido por Francia y Gran Bretaña el 27 de febrero de 1939 (acto que provocaría la dimisión de Manuel Azaña como presidente de la república), y en la zona republicana afloraron las disensiones y enfrentamientos entre los propios republicanos, divididos entre los que querían seguir luchando, y los que querían pactar la rendición.
El 4 de marzo se produjo un alzamiento en Cartagena, en la que la marina se rendía al bando nacional. Al día siguiente se produjo en Madrid una sublevación dirigida por el coronel Casado contra el gobierno republicano, y se formó el Consejo Nacional de Defensa dispuesto a negociar la rendición con Franco. En el bando republicano estallaron enfrentamientos entre los seguidores de Casado y los leales al gobierno republicano, opuesto a la rendición. Pero Franco solo estaba dispuesto a aceptar la rendición incondicional de la Segunda República.
El 28 de marzo las tropas nacionales entraron en Madrid, y poco después se fueron rindiendo las últimas plazas republicanas: Jaén, Ciudad Real, Albacete, Valencia, Murcia y, por último, Alicante. Negrín, rindiéndose por fin a la evidencia, huye a México. Franco firmó el último parte de guerra el 1 de abril de 1939, concluyendo oficialmente el conflicto.

Fotografía de refugiados republicanos huyendo a Francia en marzo de 1939.

Fotografía de Julian Besteiro (el que está sentado) lee su discurso por radio en presencia de Casado (el primero por la izquierda), hablando de la derrota y rendición de la Segunda Republica en nombre del Consejo Nacional de Defensa. Fue tomada la noche del 5 de marzo de 1939 .

Fotografía del podio donde Francisco Franco observaba el desfile de la victoria en Madrid, el 19 de mayo de 1939.
Consecuencias
Demográficas:
Aunque hay mucha discusión entre los historiadores, se estima que unas 500000 personas murieron por causa directa de la guerra. Esto incluye los fallecidos en los combates y los bombardeos, los que murieron en prisión una vez finalizada la guerra (como es el caso del poeta Miguel Hernández) y los que fueron ejecutados por la represión. Este último fue el que más vidas se llevó, pues ambos bandos la emplearon para controlar a la población. Miles de personas fueron víctimas, ya fuese por motivos políticos o personales (pues también fue común aprovechar el caos para resolver algún “asunto pendiente”). El método de ejecución más común fue llamado el “paseo”, práctica que los dos bandos llevaron a cabo. Consistía en llevar al reo a una zona apartada, como un solar o un descampado, donde lo fusilaban, y su cadáver era enterrado en una cuneta. El Ministerio de Justicia estima que en la actualidad hay más de 2.500 fosas comunepus por toda España, con más de 130.000 víctimas de la guerra y la posguerra.
Luego está el caso de los exiliados. Este dato también es fuente de debate, pero se estima que unas 450.000 personas abandonaron el país. Esto supuso una enrome pérdida tanto laboral, pues se fue mucha población joven activa, como cultural, pues se fue gran parte de la élite científica e intelectual española.
Por último, hay que tener en cuenta la situación de la posguerra. Aparte de los represaliados, se estiman que más de 100.000 personas perecieron por el hambre o las enfermedades en los primeros años de la dictadura.

Fotografía de mujeres suplicando a los soldados sublevados por la vida de sus familiares prisioneros. Fue tomada en el pueblo de Constantina, Sevilla, en el verano de 1936.

Fotografía de refugiados españoles en el pueblo fronterizo de Le Perthus, en Francia, en febrero de 1939.
Económicas:
Al acabar la guerra, el país estaba en una situación económica lamentable. Los sublevados habían recurrido masivamente al crédito internacional, y al final de la guerra habían acumulado una deuda de más de 500 millones de dólares. A esto hay que añadir la pérdida de 510 toneladas de oro bruto de la reserva nacional, con los que la Segunda República había pagado a la URSS por el material bélico y los asesores militares.
Todo tipo de infraestructuras (carreteras, casas, puentes, pueblos enteros, etc.) fueron destruidos, y se perdió buena parte de la industria, lo que obligo a España a volver a una economía agraria. La producción agraria también sufrió una reducción apoteósica, porque faltaba mano de obra y porque mucha de la tierra agrícola o había quedado inservible o era demasiado peligroso cultivar por las bombas sin estallar. Comenzó la hambruna general, y el régimen se vió obligado a repartir cartillas de racionamiento. Surgió el mercado negro (estraperlo) y el clientelismo.
El bloqueo económico y diplomático de la ONU tras la Segunda Guerra Mundial obligó al régimen a adoptar la autarquía, modelo económico basado en el autoabastecimiento y en dirigir la economía basándose en las prioridades del estado. Para ello se fundaron el Servicio Nacional del Trigo y el Instituto Nacional de la Industria. En gran medida el estado sobreviviría en los años de la posguerra gracias al trigo argentino y el petróleo estadounidense. La economía española se quedaría estancada hasta la década de los 50, cuando comenzaría el aperturismo económico.

Fotografía del traslado de parte de las reservas de oro del Banco de España. Fue tomada en Cartagena, el 22 de octubre de 1936.

--644x36.jpg)
A la izquierda, una fotografía de la ciudad de Granollers tras un bombardeo italiano ocurrido el 31 de mayo se 1938. A la derecha, una fotografía de varios civiles en cola ante un despacho de cartillas de racionamiento en Sevilla a principios de la década de 1940.
Políticas:
La Guerra Civil marca el final de la Segunda República y la democracia en España, y la imposición de la dictadura de Francisco Franco, que duraría hasta el 20 de noviembre de 1975. Este régimen se caracterizó por la concentración del poder en Franco (Generalísimo, Caudillo de España y jefe del gobierno sublevado), antiparlamentarismo, anticomunismo, protagonismo de la Iglesia y la moral católica, el nacionalismo, el centralismo y el ensalzamiento de los valores del ejército (sacrificio, disciplina y jerarquía). Los partidos políticos, leyes democráticas y liberales y gobiernos autonómicos fueron revocados. La única organización permitida fue el Movimiento Nacional, procedente de la unión de la Falange de las JONS y los tradicionalistas o carlistas con el Decreto de Unificación de 1937. Se anuló la constitución de 1931 y se crean las Leyes Fundamentales.
España fue gobernada por una oligarquía casi feudal controlada por una élite de terratenientes, empresarios, altos funcionarios, dirigentes de la dictadura y el propio Franco, con la colaboración del ejército, la guardia civil y la iglesia (referida muchas veces como la oligarquía de “los santos inocentes”).
El régimen dividió España en vencedores y vencidos. Se aplicó la Ley de Responsabilidades Políticas para perseguir y juzgar a los vencidos, y la represión continuó. A pesar de haber perdido la guerra, algunos excombatientes comunistas y anarquistas formaron grupos guerrilleros (conocidos como los maquis) y siguieron la lucha, pero fueron aplastados.
Al principio el régimen se mostró a favor de las fuerzas del Eje, por sus similitudes ideológicas y la ayuda que les prestaron la Guerra Civil. Aunque España no entró en la Segunda Guerra Mundial, envió a unos 50000 soldados para luchar contra el comunismo en el frente ruso. Esta unidad de voluntarios fue llamada la División Azul. A finales de 1942, cuando la derrota del Eje empezaba a ser evidente, España trató de comenzar relaciones diplomáticas los aliados. Tras la Segunda Guerra Mundial, España fue condenada por la recién formada ONU y sometida al aislamiento económico y diplomático. España se vio obligada a adoptar la autarquía hasta la década de los cincuenta, cuando comenzaron las relaciones diplomáticas con Estados Unidos.

Arriba, la bandera de la FET de las JONS. A la derecha, una fotografía del retrato de Francisco Franco pintado por el pintor vasco Ignacio Zuloaga en 1941.


Fotografía de un grupo de maquis.


A la izquierda, una fotografía de miembros de la División Azul marchando a Leningrado, a finales de 1943. A la derecha, una fotografía de Francisco Franco (el segundo a la derecha), recibiendo al presidente estadounidense Dwight D. Eisenhower (el segundo a la izquierda) en la Base de Torrejón de Ardoz, en Madrid, el 21 de diciembre de 1959.
Sociales:
Con la instauración del régimen franquista, los españoles perdieron gran cantidad de derechos y libertades que habían conseguido durante la Segunda República. Los que peor salieron parados fueron las clases obreras, ya que se anularon todos los derechos de los trabajadores, y las oligarquías terratenientes, industriales y financieras recuperaron todo su poder, y las mujeres, que perdieron todos sus derechos y representación social (salvo la Sección Femenina, rama del Movimiento Nacional dedicada a promover los “valores de la mujer”) y quedaron relegadas a las labores domésticas y la crianza de los hijos. Se vuelve a la visión tradicional de la familia, con el padre siendo el cabeza de familia que trabaja.
La dictadura de Franco creó una fractura social entre vencedores y vencidos, como ya hemos dicho, y muchas de las familias que apoyaron a la república se convirtieron en parias sociales. La guerra también provocó mucho rencor y odio entre familias, vecinos, amigos e incluso familiares, por haber apoyado a uno u otro bando o por los actos realizados durante la guerra. Las generaciones más jóvenes, sin haber vivido el conflicto, nacieron en un mundo de rencores y miedos, forzados a alinearse en las filas del régimen. Luego también se creó la brecha entre la gente corriente y la élite que gobernaba España, la ya mencionada oligarquía de “los santos inocentes”.
El régimen controló la educación, la cultura y la producción intelectual. Los pocos profesores que quedaron en España fueron víctimas de una durísima depuración, y la escuela se convirtió en el instrumento esencial para el adoctrinamiento de los jóvenes, con referencias al Caudillo, la raza, la Cruzada (que era cómo los nacionales se referían a la guerra) y las glorias imperiales del pasado, con un sentimiento nacionalista excluyente y mucha disciplina, obediencia ciega y castigos físicos. También fueron utilizados para transmitir la propaganda del régimen la televisión, la radio, folletines o incluso el famoso noticiario semanal NO-DO. La censura quedó controlada por el estado y la iglesia, controlando la prensa, la radio, la televisión, las películas y la creación literaria. Cualquier obra sospechosa de ideas marxistas y revolucionarias, liberales, democráticas, racionalistas o simplemente que atentasen contra el régimen o la moral católica era censurada.
En definitiva, la forma de vida quedó sometida al férreo dictamen conservador y reaccionario de los vencedores: moral católica, educación católica integrista y basada en la formación del espíritu nacional, visión tradicional de la familia, prohibición del divorcio, discriminación de la mujer, condenación de la homosexualidad y el adoctrinamiento político. Solo veríamos tímidas medidas aperturistas a partir de los años 60, pero únicamente por la incapacidad del régimen de afrontar los cambios de todo tipo que vinieron con el aperturismo económico de los años 60.

Fotografía de Pilar Primo de Rivera, hermana de José Antonio Primo de Rivera y dirigente de la Sección Femenina, firmando un autógrafo a una delegada de la SF. Fue tomada en Madrid, el 31 de julio de 1941.


Fotografía de una clase en la época del franquismo. Se puede ver arriba a la derecha una fotografía de Francisco Franco, y más a la izquierda un crucifijo.
Cabecera del NO-DO. El noticiario fue estrenado en los cines españoles el 4 de enero de 1943, y siempre se ponía antes de las películas.
Bibliografía
-
Acosta, Luis Miguel. Guerra Civil: Apoyos Internos, Apoyos Internacionales y Territorios Ocupados, HISTORIA_a_por_TODAS, 5 mar. 2017, historiaaportodas.blogspot.com/2017/03/guerra-civil-apoyos-internos-apoyos.html
-
Aróstegui, Julio. La Guerra Civil, 1936-1939: La Ruptura Democrática, Historia 16, Temas De Hoy, 1996
-
Blat, Jennifer. “Consecuencias De La Guerra Civil Española.” Unprofesor.com, 21 sept. 2018, www.unprofesor.com/ciencias-sociales/consecuencias-de-la-guerra-civil-espanola-564.html
-
“Brigadas Internacionales.” Wikipedia, Wikimedia Foundation, 24 jul. 2020, es.wikipedia.org/wiki/Brigadas_Internacionales
-
Carrizo, Lluís, et al. “España Dividida: La Guerra Civil En Color.” Dplay, 2016, www.dplay.es/series/espana-dividida-la-guerra-civil-en-color
-
Castillo S., Andrés. “La Guerra Civil Española (1936-1939).” Monografias.com, 2015, www.monografias.com/trabajos105/guerra-civil-espanola-1936-1939/guerra-civil-espanola-1936-1939.shtml
-
“Corpo Truppe Volontarie.” Wikipedia, Wikimedia Foundation, 14 jul 2020, es.wikipedia.org/wiki/Corpo_Truppe_Volontarie
-
del Río, Nacho. “El Mapa De La Vergüenza En España: Todas Las Fosas Comunes De Las Víctimas De La Guerra Civil y El Franquismo.” LaSexta, LaSexta, 26 feb. 2019, www.lasexta.com/noticias/nacional/mapa-verguenza-espana-todas-fosas-comunes-victimas-guerra-civil-franquismo_201902265c7553260cf2e60c4243c6c5.html
-
“Guerra Civil Española - ¿Qué Fue?, Causas, Consecuencias y Más.” Enciclopedia De Historia, 29 June 2020, enciclopediadehistoria.com/guerra-civil-espanola/
-
Hernández Sánchez, Fernando, and Ángel Viñas. “El Golpe De Casado y El Final De La Guerra.” EL PAÍS, 4 mar. 2009, elpais.com/diario/2009/03/05/opinion/1236207611_850215.html
-
“La Guerra Civil Española: Consecuencias, Causas, Muertos y Fechas.” Centro Estudios Cervantinos, 5 mar. 2019, www.centroestudioscervantinos.es/guerra-civil-espanola/
-
“La Guerra Civil – Desarrollo Del Conflicto – Etapas y Evolución De Las Dos Zonas - DAVID STREAMS.” DAVIDSTREAMS.com, 30 dic. 2016, www.davidstreams.com/mis-apuntes/la-guerra-civil-desarrollo-del-conflicto-etapas-y-evolucion-de-las-dos-zonas/
-
"La Guerra Civil española" Academy Play, Youtube.com, 8 abr. 2019, https://www.youtube.com/watch?v=yj9N9DTtdas
-
“Legión Cóndor.” Wikipedia, Wikimedia Foundation, 4 agto. 2020, es.wikipedia.org/wiki/Legi%C3%B3n_C%C3%B3ndor
-
Martínez Ruiz, Elena. “GUERRA CIVIL, COMERCIO Y CAPITAL EXTRANJERO EL SECTOR EXTERIOR DE LA ECONOMÍA ESPAÑOLA (1936-1939).” Bde.es, Banco De España, 2006, www.bde.es/f/webbde/SES/Secciones/Publicaciones/PublicacionesSeriadas/EstudiosHistoriaEconomica/Fic/roja49.pdf
-
Moreno, Juana. “Guerra Civil Española: Bandos Enfrentados.” Unprofesor.com, 21 sept. 2018, www.unprofesor.com/ciencias-sociales/guerra-civil-espanola-bandos-enfrentados-1903.html
-
Ocaña, Juan Carlos. “El Comité De No Intervención.” Historiasiglo20.Org, www.historiasiglo20.org/GLOS/nointervencion.htm#up
-
Perera, Inmaculada Villalba. “III. La Crisis Del Estado y De La Sociedad (1923-1939).” 3.2.- La Guerra Civil: Los Apoyos y La Dimensin Internacional De La Guerra., Departamento Geografía e Historia Del IES Lucas Martín Espino, www.ieslme.org/departamentos/dptogyh/historia_espana/la_crisis_del_estado_cg/file_19.htm
-
Rodrigo, Rafael. Consecuencias De La Guerra Civil Española, kappostorias.blogspot.com, 2009, kappostorias.blogspot.com/2009/04/consecuencias-de-la-guerra-civil.html
-
Rodriguez, Alfonso. “Causas Desarrollo y Consecuencias De La Guerra Civil.” SlideShare, 6 May 2013, es.slideshare.net/profesdelCarmen/causas-desarrollo-y-consecuencias-de-la-guerra-civil
-
“Sublevación De Cartagena (1939).” Wikipedia, Wikimedia Foundation, 30 mar. 2020, es.wikipedia.org/wiki/Sublevaci%C3%B3n_de_Cartagena_%281939%29
-
“TEMA 17 - La Guerra Civil Española (1936-1939). El Desarrollo Militar De La Guerra .” Jomamoren.webcindario.com, jomamoren.webcindario.com/historia/hist_espanna_bachillerato/17.pdf
-
Uriarte, Julia Máxima. “Guerra Civil Española.” Caracteristicas.co, 17 abr. 2020, www.caracteristicas.co/guerra-civil-espanola/