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Consecuencias

Consecuencias de la batalla

Sumario

Pérdidas militares
Consecuencias en la población civil

Pérdidas militares

   La batalla de Brunete, como ya hemos dicho en múltiples ocasiones, es considerada una de las batallas más sangrientas de toda la Guerra Civil, pues tanto uno como otro bando sufrieron un elevado número de bajas y pérdidas materiales. 

   Para empezar, la Segunda República sufrió unas 20.000 bajas (entre muertos, heridos, prisioneros y desaparecidos). Las Brigadas Internacionales acabaron particularmente mal paradas. Sus bajas fueron tan elevadas que fue necesario reducir sus batallones de 6 a 4. El caso de los batallones norteamericanos fue tan extremo que los mandos republicanos tuvieron que fusionados en uno solo, denominado Batallón Lincoln-Washington. Además perdieron unos 4 cañones, 50 tanques y 60 aviones (aunque hay fuentes que elevan esta cifra hasta 100).

     El bando sublevado, por otro lado, sufrió unas 17.000 bajas (entre muertos, heridos, prisioneros y desaparecidos). Además, perdieron unos 23 aviones, una cifra mucho más baja que la de los republicanos. Esta diferencia tan abismal se debió a la calidad de los aviones y pilotos de uno y otro bando. Los pilotos de la Legión Cóndor e italianos tenían varias horas de vuelo, mientras que muchos de los republicanos iban al combate nada más salir de la academia, sin ningún tipo de experiencia real de vuelo, y los cazas Messerschmitt Bf-109 alemanes y Fiat Cr-32 italianos, aunque menos numerosos que los Polikarpov I-15 e I-16 rusos (también conocidos como cazas “mosca”), eran mucho más eficaces.

Fotografía de dos soldados republicanos llevando en camilla a un compañero, herido durante la batalla de Brunete. Tomada en julio de 1937.

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Consecuencias en la población civil

    Muchas veces, cuando se habla de las grandes batallas de la historia, se nos olvida hablar sobre el impacto que tuvo sobre la población civil. Y es que esta batalla fue particularmente desastrosa para los habitantes de la zona. Todos los pueblos fueron completamente arrasados, salvo algunas excepciones, como la Casona, en Villanueva del Pardillo, la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, en Villanueva del Pardillo, o la Torre del Reloj de Navalagamella, que se mantuvieron en pie, aunque con graves daños. Estos edificios fueron utilizados como refugio por los supervivientes, al igual que algunos campamentos militares abandonados, hasta que se comenzó la reconstrucción en 1941.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

    La población civil también sufrió un descalabro catastrófico, con un descenso como mínimo del 50% en todos los pueblos de la zona. Según los censos del INE (Instituto Nacional de Estadística), Brunete pasó de 1.430 habitantes en 1930 a 678 en 1940, Quijorna de 444 a 236 y Villanueva de la Cañada de 1.003 a 217. Esto probablemente no se debió únicamente a las bajas directas provocadas durante la batalla. Los campos se quedaron inservibles, llenos de metralla y bombas sin estallar, y con la falta de suministros muchos morirían después, ya fuese de hambre o de enfermedades, o emigrarían a otros lugares, lejos del frente y la miseria. 

 


    Después de la Guerra Civil, la reconstrucción de los pueblos corrió a cargo de la Oficina Comarcal de Obras de la región de Brunete, parte de la Dirección General de Regiones Devastadas. Se dio especial importancia a la reconstrucción de los pueblos de Boadilla del Monte y Brunete. La reconstrucción de este pueblo comenzó en 1941, y fue concluida en 1946. Franco inauguró el pueblo el 18 de julio de 1946, conmemorando así el décimo aniversario del alzamiento nacional40 y saliendo como propaganda en los medios de comunicación, como en la edición del ABC del 19 de julio de 1946. Los demás pueblos, como Villanueva de la Cañada, Villanueva del Pardillo o Quijorna, fueron reconstruidos más tarde y con menos recursos, ya que no eran tan prioritarios para el régimen.
 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

   Pese a la reconstrucción de los pueblos de la región de Brunete, que fue uno de los hitos de la propaganda franquista, la población local no llegó a recuperarse del todo hasta décadas más tarde, en las décadas del desarrollismo y posteriores al régimen. Volviendo a los datos del INE, Brunete no llegaría a tener más de mil habitantes hasta 1981, y aun así seguiría teniendo unos 300 habitantes menos que en 1930. Villanueva de la Cañada experimentó una situación similar, mientras que la población de Quijorna y Villanueva del Pardillo, aunque volvió en los años 50 a su número original, se mantuvo estancada hasta los años 70.

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Portada de la edición del ABC del 19 de julio de 1946, el cual incluía una detallada narración de la inauguración del nuevo pueblo de Brunete. Si quiere ver el periódico completo, haga clic en el enlace:

https://www.abc.es/archivo/periodicos/abc-madrid-19460719.html

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Significado militar de la batalla

Significado militar de la batalla

    Los republicanos consiguieron conquistar un territorio de 6 kilómetros de profundidad por 16 kilómetros de anchura, manteniendo bajo su control las poblaciones de Quijorna, Villanueva del Pardillo y Villanueva de la Cañada, además de dejar en evidencia que el Ejército Nacional era incapaz de mantener dos frentes a la vez.  Pero la pequeña franja de territorio que consiguieron fue a costa de una gran pérdida de soldados y material, no habían alcanzado su objetivo de llegar hasta Navalcarnero y Móstoles para acabar atrapando a los asaltantes de Madrid, y tan sólo consiguieron retrasar la campaña del norte un mes, ya que el 14 de agosto se retomaron las operaciones sobre Santander.

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

  El teniente coronel Manuel Matallana Gómez, jefe de Estado Mayor del Ejército de Maniobra republicano y colaborador en la planificación de la ofensiva, realizó después un informe de la batalla de Brunete, cuyas conclusiones más importantes fueron que el Ejército de Maniobra falló en la explotación del éxito de la primera fase de la batalla, éxito alcanzado a su juicio por la «gran masa empleada, su coordinación, el secreto de su progresión y su audacia». El fracaso en la explotación fue debido a la «escasa capacidad ofensiva de nuestra infantería», a la «falta de capacidad técnica de muchos de nuestros mandos superiores», al «empleo de materiales de artillería poco aptos para las misiones confiadas», al «escaso rendimiento de la aviación», y al «deficiente aprovechamiento de los carros». En cuanto a la segunda fase de la batalla, Matallana creyó que se llegó a la esta situación, además de por la propia tendencia Ejército Popular, más acostumbrado a la defensa y a la lucha de barricada, por «la acumulación de hombres y material que hizo el enemigo». Más adelante añadió: «El volumen de fuego de nuestra infantería es bastante escaso […] Su instrucción para el combate ofensivo deja aún bastante que desear […] La capacidad de los mandos subalternos es todavía inferior a la normal […] Falta audacia, empuje y decisión». El informe, mucho más extenso, puede ser consultado en el Archivo de la Guerra Civil, además de los informes Fornell, Rojo y Líster, todos ellos coincidiendo en estas ideas fundamentales.

 

 

 

 

 

 

 

 


 

    El Ejército Popular había perdido su oportunidad de tomar la iniciativa y demostrar su valía. Es por esto por lo que muchos historiadores consideran que la victoria realmente la tuvieron los nacionales.  

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Mapa del frente de Madrid, con las líneas del frente antes y después de la batalla de Brunete. También incluye las líneas de frente si el plan republicano hubiese funcionado.

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A la izquierda, una fotografía de la fachada del Archivo General de la Guerra Civil Española, localizado en Salamanca. Arriba, una fotografía del teniente coronel Manuel Matallana Gómez.

Fotografía de las tropas nacionales desfilando por las calles de Santander, siendo recibidos por los partidarios del levantamiento en la ciudad. Fue tomada en la calle Burgos, el 26 de agosto de 1937. 

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Creación de fortificaciones y la segunda ofensiva

   Otra de las consecuencias que tuvo esta batalla fue la multiplicación y mejora de las posiciones defensivas y la ampliación de las trincheras en la región, tanto por parte de los nacionales, al ver los mandos sublevados la vulnerabilidad de la posición, como por parte de los republicanos, que no querían perder el territorio ganado. También se reforzaron las posiciones en las zonas de la sierra, la carretera de la Coruña, la Casa de Campo, la Ciudad Universitaria y las áreas urbanas de la periferia sur. Las defensas se adaptaron a las características topográficas y geológicas de la zona, y pese a que las directrices de fortificación fueron similares en ambos bandos, se aprecia una sensible diferencia entre las posiciones republicanas y las nacionales. Mientras que las primeras tienden a los largos y densos entramados de trincheras, al estilo de las ejecutadas durante la Primera Guerra Mundial, las segundas abundan en las posiciones aisladas unidas sólo por el fuego, más en consonancia con el espíritu dictado en las normas preestablecidas por el ejército español.

    Del bando nacional debemos destacar el proyecto de fortificación llevado a cabo entre octubre de 1938 y comienzos de 1939. La 20ª División nacional fue enviada al sector de Brunete para la construcción de nuevas fortificaciones. En el bunker de los Rosales se puede leer una inscripción que reza “Viva la 21ª Cñía”, haciendo referencia a la 21ª Compañía de Zapadores, unidad de la 20ª División que construyo gran parte de estos búnkeres, así como la fecha en la que se terminó, 1939.

    Del bando republicano, por otro  lado, debemos destacar el “Plan 69-B”, que consistió en la construcción de una línea defensiva que abarcaba desde el río Perales hasta el río Aulencia. Se comenzó a construir en diciembre de 1937, por el Batallón de Obras y Fortificaciones nº15 (BOF 15), al que más tarde se le uniría el BOF 32, y fue finalizado a comienzos de 1938. Esta línea defensiva nunca entró en uso. Actualmente quedan 16 búnkeres de esta línea defensiva, en mejor o peor estado de conservación.

 

 

 


    Aunque a partir de julio de 1937 se mantuvo una guerra de posiciones, en la que los contendientes se limitaron a mantener las líneas de frente, hubo un último intento de ofensiva por parte de la Segunda República en el sector de Brunete, en enero de 1939. Este ataque republicano, de mucha menor envergadura, tenía como objetivo, además de intentar alejar una vez más el frente de Madrid, alargar la guerra, con la esperanza de que estallase la ya evidente Segunda Guerra Mundial en medio del conflicto.

   Bajo las órdenes del coronel Segismundo Casado, el día 13 de enero de 1939 comenzó el asalto contra la 20º División sublevada, con un cuerpo de ejército de maniobra creado expresamente para la ocasión. La ofensiva se inauguró a las 7:30, con un intenso bombardeo a las posiciones enemigas. A continuación, los soldados republicanos salieron de sus trincheras y avanzaron hacia el enemigo con el apoyo de ocho tanques. Pero la niebla desorientó a los carros de combate, dejando desprotegida a la infantería, que sería rápidamente frenada con fuego de ametralladoras, y convirtiéndolos en un blanco fácil.

    Hubo un cañón antitanque acabó con siete de los ocho carros con los que contaban. El cabo artillero Elicio Correa “logró destruir cinco tanques rojos entre el gran número de los que empleaba el enemigo, gracias a su rápido y certero fuego”, como recoge el Boletín Oficial del Estado (nacional). Sería condecorado con la medalla militar individual.

   Casado mandaría retirar las tropas 3 días después, tras sufrir elevadas bajas. Los partes de los defensores consignaron 600 bajas republicanas frente a 18 propias, unos números tan exagerados que el propio Martínez Bande aconseja “poner en cuarentena”.
    La razón del fracaso seguramente no se debió solo a la baja moral republicana, al mal planeamiento y a la dificultad de tomar unas posiciones inexpugnables. El ejército sublevado estaba perfectamente al día de los planes de sus enemigos, seguramente porque se había filtrado información (quizá por el propio Casado, que acabaría dando el golpe definitivo a la República). de ahí que la 20º División se viera reforzada con 3 batallones de la 14º División, un batallón de ametralladoras y dos secciones de morteros. 

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Ilustración del periódico El Mundo de una típica posición defensiva del bando republicano.

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A la izquierda, una fotografía del bunker de los Rosales, en forma de T y en un buen estado de conservación. A la derecha, la inscripción que dejó la 21ª Compañía de Zapadores en el suelo de este bunker.

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Fotografía de unos búnkeres de la línea defensiva 69-B, en forma semicircular y en muy buen estado de conservación.

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Fotografía de varios milicianos republicanos sobre un tanque soviético T-26, el mejor carro de combate de su época.

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Fotografía de tres legionarios operando una batería antitanque.

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Fotografía del general Segismundo Casado, el cual daría el golpe de gracia al gobierno republicano al liderar un golpe de estado contra el gobierno constitucional en Madrid, el  5 de marzo de 1939 

Creación de fortificaciones y la segunda ofensiva

Bibliografía

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  • Riaño, Peio H. “La Otra Batalla De Brunete: Una Matanza Inexplicable.” EL PAÍS, Ediciones EL PAÍS S.L., 5 ene. 2019, elpais.com/cultura/2019/01/05/actualidad/1546713273_772839.html

  • Rufo, Antonio. “PRIMERA FASE 1941.” Brunete Historia y Vida, 15 nov. 2015, www.brunetehistoriayvida.es/index.php/primera-fase

  • Rufo, Antonio. “SEGUNDA FASE 1946.” Brunete Historia y Vida, 1 nov. 2015, www.brunetehistoriayvida.es/index.php/segunda-fase

Bibliografía
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July 1937. Brunete, a small town west of Madrid of just over 1,500 inhabitants, was about to become the epicenter of one of the most important and bloody battles of the Civil War.

Even today the echoes of the offensive are perceived, in bunkers and in the occasional appearance of shells and pieces of shrapnel. If you want to know in detail what happened, or simply want to explore the remains, you have come to the right place.

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